Bea es monitora desde hace unos años en A Coruña y nos regala este testimonio sobre por qué dedica su tiempo a los demás:
«Cuando digo que soy monitora de grupos cristianos, muchas veces la gente se queda sorprendida, aunque no me intereso en saber si es para bien o para mal, simplemente me alegro al ver que ante la sorpresa tengo la oportunidad de explicarles y acercarles a una gran parte de mí, como voy a hacer ahora.
Antes de ser monitora, fui chispa, antorcha y testigo. Todos esos años, la hora de los viernes para mis amigos y para mí significaba pasar un tiempo juntos pero de manera diferente al resto de días, divirtiéndonos mientras nos íbamos conociendo más entre nosotros a la vez que a Jesús y a Sta. Rafaela María. Tuvimos diferentes monitores y cada uno dejó algo en mí, yo los veía como referentes porque siempre tuve claro que quería llegar a donde estaban ellos.
Después de una etapa de crecimiento y cambios por fin llegué a ser monitora, agarrando con fuerza ese compromiso que a día de hoy sigo sin soltar. Sí, un compromiso que muchas personas piensan que es a cambio de nada, por pasar el tiempo libre de alguna forma… Y ahí es cuando me encanta decir que no es así, es verdad que doy, pero recibo mil veces más, y no es tiempo libre, es tiempo que yo guardo y reservo para compartir.
Da gusto reunirse con niños y niñas para acercarles a los pequeños detalles que tienen en su día a día, para que sepan verlos y disfrutarlos teniendo presente a Dios. Sé que pasarán los años y cada uno de ellos puede que no me recuerden, pero yo creo que lo que transmito y la “cuerda” llamada fe que les tiendo para que se agarren conmigo y con los demás, unido a los valores que conseguimos entre todos, eso sí puede continuar de generación en generación; yo he aprendido de mis monitores e intento transmitir todo lo que he recibido (y sigo recibiendo), de esta forma estamos todos… conectados.
Hoy por hoy, después de diez años en grupos, puedo decir que son mi familia y me siento muy agradecida. Gracias a cada reunión, oración, formación, encuentros, Pascua… pude conocer a gente que me ha dado vida y me ha hecho crecer. Una persona muy especial me dijo una vez que “cuando la vida es compartida, se multiplica”, yo no podría decirlo mejor, porque cuando compartes tanto con personas cercanas (aunque estén a cientos de km) ves la vida de otra forma, y la disfrutas mil veces más.
Muchas veces hemos cantado y brindado por la vida, y lo sigo haciendo, por la vida y por cada una de esas personas que me acompañan en este camino, en el que recibes más de lo que das.»
Que alegria me da saber que aún hay en lugares en los que la gente sigue disfrutando de los ACI. Yo soy de Pedro Abad y he pertenecido muchos años a los grupos, y para mí son momentos que jamás olvidaré. Esas ganas de salir de clase los viernes para disfrutar de los grupos con los amigos; de compartir momentos con los demás compañeros y como no de los encuentros que hacíamos en Jerez, Puerto de Santa Maria .. y la verdad que me alegra saber que aún hay en sitios que eso sigue permaneciendo.
Elena
muchas gracias por contarnos tu experiencia. Y nos alegra saber todo lo que los grupos han hecho en el pasado,
acuérdate eres «Herencia y compromiso», un saludo.