Un nuevo curso recién estrenado y un lema que casi es resultado de haber hecho un proceso y un camino:¡¡PASA TU LUZ!!
Pero… ¡¡si yo no tengo luz propia!! Mi esperanza, mi fe, mi amor son en ocasiones tan frágiles y débiles que cualquier corriente los apaga. Las dificultades cotidianas, los ruidos, la agitación y el cansancio me rodean de oscuridad. ¿Qué luz voy a pasar?
Entonces escucho en mi interior una llamada: “VEN A MI, NO TE DISPERSES, SÍGUEME….”Es una palabra que me habla al corazón, que me saca de mis bloqueos, de mi malhumor y rutinas. Me pide reservar un espacio y un tiempo para AYUDAR A DIOS A NO APAGARSE EN MI, en medio de la vorágine de tareas, correos, washaps, salidas y entradas, fatigas y preocupaciones.
Me viene a la cabeza una imagen: el fuego incandescente en la ceniza. Aparentemente está apagado pero es precisamente el aire y la corriente quienes reavivan el calor y la luz del fuego. En las contradicciones de mi vida, cuando temo no poder más, cuando más insegura me siento porque no sé dónde me lleva la vida, es cuando puedo pasar luz.
Con frecuencia recuerdo las palabras de Nadal referidas a S. Ignacio de Loyola pero que se pueden aplicar también a Santa Rafaela María: “Ignacio seguía al Espíritu, no se le adelantaba. De ese modo era conducido con suavidad a donde no sabía. Poco a poco se le abría el camino y lo iba recorriendo. Sabiamente ignorante puesto sencillamente su corazón en Cristo” Jerónimo Nadal. S.J. (FN II 252)
Os invito durante este curso a dejarnos sorprender y llevar por Jesús, sin adelantarnos, sin forzar el paso, sabiamente ignorantes iremos donde no sabemos, puesto el corazón en Jesús.
P.G.
Photo credit: Lorenzoclick / Foter / CC BY-NC