“Dejemos obrar a nuestro Señor, Él, mejor que nosotros, sabe aquello que nos conviene” .
Sta. Rafaela María
Esta frase me ha acompañado desde que me cambió la vida este verano y es, hoy en día, mi lema. Para que me entendáis, empezaré desde el principio.
Durante el mes de mayo tuve que tomar una decisión respecto a mi futuro laboral, todos sabemos lo difícil que es últimamente encontrar trabajo, y el mío se acababa en junio. ¿Qué iba a hacer después? Para una profesora de Primaria como yo era muy fácil la respuesta, oposita otra vez. Y aquí comenzó lo difícil, la preparación de las oposiciones iba a ser todos los viernes, toda la tarde, y por tanto sabía que no iba a tener hueco para poder seguir con mi compromiso con los Grupos ACI, me rendí a continuar con algo que tanto me acerca a Dios y me ayuda a entregarme cada día en todo lo que hago, tenía que renunciar a una parte de mí.
Pero Dios me dio un golpe, recordándome que mis planes no son los que Él tiene pensado para mí, que Santa Rafaela me abría una puerta con la que no había contado, ser profesora en el colegio del Puerto de Santa María. Recuerdo que el día que me enteré no me salieron palabras, sino lágrimas, lágrimas de alegría por sentir que iba a cumplir un sueño mezcladas con lágrimas de miedo, ¿ahora qué hago?, ¿sigo con lo que yo había pensado o agarro la puerta que se me ha abierto de par en par?
Pues aquí estoy, en el Puerto de Santa María, de ERASMUS ACI, muerta de miedo por este nuevo comienzo, pero tranquila porque sé que estoy en casa. Acogida sin dudarlo por el grupo de monitores del Puerto, mi nueva familia, en los que he encontrado un gran apoyo y con los que comparto la misma ilusión de trabajar para que los niños que vengan a los Grupos sientan a Dios y a Santa Rafaela de la misma forma que nosotros. No os mentiré si os digo que no echo de menos Córdoba y toda la gente que tengo allí, pero dejando que Dios y Santa Rafaela me acompañen nada se hace difícil.
Los cambios asustan pero no hemos de hacer, sino dejarnos hacer.
