Si todos los caminos llevan a Santiago, ¿cómo salimos nosotros de Santiago? A veces pensamos demasiado y sentimos muy poco. Mi abuelo siempre decía que hay que cuidar el día a día, que hay que saborear cada paso en el presente, pues mañana no sabemos por dónde andaremos ni las batallas que nos tocará librar.
Han sido días intensos donde el tiempo permitía dejar de lado la presión de las pantallas para compartir km con personas de toda España, desconocidos que han acabado formando parte de lo que somos. Días repletos de flechas amarillas, de cargar en la espalda todo aquello que nos acompaña, de llorar por el pasado y por el futuro, de reír a grandes carcajadas el presente. Porque sabemos que vivíamos un regalo enorme, nada nos podía frenar.
Y se nos erizaba la piel al pisar Santiago porque era algo nuestro, la recompensa de los interminables kilómetros, de dormir en el suelo, de las mil ampollas…
Recuerda de todo esto y, si alguna vez quieres algo, si quieres algo de verdad, ve a por ello sin mirar atrás, mirando al miedo de frente y a los ojos entregándolo todo y dando el alma, sacando al niño que llevas dentro; ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella.
A todos los peregrinos, os doy las gracias por aparecer en mi vida con esa sonrisa, con esa energía inacabable, con esos pasos lentos en la cola…
No os sé decir cómo se sale de Santiago, porque Santiago no es el final. Nos toca seguir caminando junto a Jesús , seguir creciendo con Santa Rafaela, seguir sintiendo… y “desde el corazón saber mirar”!!
Y cuando pienses que no vuelves más pisa fuerte y lucha hasta el final. Seré tu alas, tu vuelo no mires al suelo que esto acaba de empezar.
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